soberbia
- axelbeci
- 8 jun 2021
- 3 Min. de lectura
No quiero tener que escribir una crónica del Campeonato de España de Larga Distancia. No quiero tener que narrar hechos que a casi nadie importan, de forma algo cansina, repetitiva. No quiero hacer una crónica más, de las muchas que se hacen y se escriben, con pereza, con hastío. Carentes de toda originalidad. Y, sin embargo, diría Sabina, quiero. Y quiero, no porque considere relevante el hecho de escribirla, sino porque así dejaré por escrito lo que, para mí, fue una decepción enorme. Podría calificarlo de catástrofe deportiva y vital, pero tampoco es cuestión de ponerse melodramático, que por suerte o por desgracia, hay cosas mucho más importantes en la vida.
Realmente, la crónica podría resumirse en unas pocas líneas: No tuviste la capacidad de leer lo que había que hacer cuando debía hacerse, y cuando te diste cuenta ya era tarde. No quisiste sufrir cuando había que sufrir. Pensaste, en tu soberbia, que un Ironman era un paseo, que no costaba. Y te equivocaste. Quisiste ser mejor de lo que eras, sin esforzarte, incluso antes de haber corrido. No podías estar más equivocado.
Escuchando hace poco una charla sobre triatlón hablada por gente que sabe algo de triatlón, se comentaba cómo, la posición del paso por la primera boya está estrechamente relacionada con la posición al finalizar la natación. Es así en distancia olímpica, es así en distancia Ironman. Tan simple como eso. En los casi 4 kilómetros de la natación de Playa de Aro, hubo 700 metros de agonía y 3000 metros de relax en el spa. En un escenario, este sí, de ensueño.
Dos minutos ¿Qué son dos minutos en un Ironman? Nada. Y todo. Del todo si hubiera nadado en 57 minutos, con el grupo bueno que se jugaría los primeros puestos del Campeonato de España, a la nada de nadar en 59 minutos y tener que remontar. Un mundo de 120 segundos en una prueba de 9 horas. Esto, en un día bueno de bici, se puede solucionar. Se puede arreglar gastando un par de cartuchos, sobre todo si se tiene la confianza suficiente en la carrera a pie. Confianza que yo tenía, los entrenamientos me la habían dado. Confianza de saber que puedes correr muy rápido incluso cansado, muy cansado. Pero no fue así, no hubo día bueno en bici. Me atrevería a decir que no hubo día. La bici fue un impasse de 5h30 en el que me dediqué a minimizar daños en todos los sentidos, temporal, mental, físico, mecánico. Un impasse de tortura, un agujero negro mental. Una agonía.
Hay un indicador claro en los últimos kilómetros de la bici de un Ironman, que te da una idea de si has hecho en ese segmento lo que podías hacer. En cada Ironman que he corrido, siempre he llegado a la T2 con serias dudas sobre si sería capaz de correr 42 (o 40,5 en este caso) kilómetros. En mi caso es así, siempre. Afrontar la maratón de un Ironman después de una bici como es debido es un acto de fe. Un salto al vacío. No tuve esa sensación el otro día, llegué pensando que podía correr lo que me echaran.
Qué peligrosa es la soberbia de pensar que puedes hacer algo antes de hacerlo. En este caso, porque un número en un reloj te indica que quizás seas capaz de hacerlo. Qué diferentes son la fisiología y los relojes, por más que nos empeñemos en equipararlos. Qué fina es la línea entre la confianza y la soberbia.
3 semanas para Ironman Lanzarote. Shut the fuck up and keep working. You, arrogant fuck.

@deporbrands
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