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Ironman Lanzarote 2021. The wind, The heat, The blowup.

  • axelbeci
  • 11 jul 2021
  • 11 Min. de lectura

Ha pasado ya una semana desde el Ironman de Lanzarote. Siete días en los que he pensado mucho sobre qué pudo ir mal, qué hice mal. Por qué mi rendimiento fue muy inferior al que yo esperaba en carrera. Tan inferior que ni siquiera me hubiera servido para estar entre los primeros grupos de edad. Esta vez no hubo soberbia, estaba avisado, sabía a lo que iba. Lanzarote es duro en condiciones estándar, muy duro. Cuando las condiciones se extreman se convierte en una prueba durísima, casi de supervivencia. Y el domingo fue uno de esos días en los que los planes de ritmos, vatios, tiempos, no sirven de mucho. Uno de esos días en los que el conocimiento de uno mismo y saber adaptarse a las exigencias del momento presente juega un papel fundamental. En Lanzarote el ego es una losa que pesa y te aplasta, te impide ver lo que está delante de tus ojos y acaba destruyéndote si no consigues desterrarlo a tiempo. Debes saber pensar en presente, sin proyectar tus pensamientos hacia un momento futuro, pero siempre teniendo en cuenta que, antes o después, empezará el sufrimiento, y debes estar preparado mentalmente para ese momento. Creo que yo lo estaba. Mi problema fue que el sufrimiento empezó demasiado pronto, sin esperarlo.


No me gustan las crónicas, o no me gustan en la manera que muchas veces se escriben. No dicen nada. Vacías. No hablan de la persona, sino de una sucesión de hechos la mayoría de las veces irrelevante. Yo quiero ver el alma del que escribe, no una sucesión de teclas pulsadas en un orden más o menos correcto. No me gustan las crónicas y no me gusta escribirlas, pero creo que esta vez tendré que esforzarme e intentar escribir la mía. Voy a intentar hacerlo a mi manera, que puede no ser la correcta, o lo que la mayoría de la gente considere la norma, pero al menos lo haré my way. A la Sinatra.

Los errores


Esta vez va de errores cometidos, así que vamos a por el primero. Las ruedas. O debería decir, la rueda. Sabía que iba a hacer viento, la predicción era clara desde al menos una semana antes de viajar. Yo volé el miércoles antes del Ironman, y estaba claro que daban viento constante de más de 30 km/h con rachas de más de 50 km/h. Mi duda era si llevar lenticular o rueda de 90 detrás. En ningún momento pensé en la rueda delantera, de 60, la consideraba un perfil suficiente, algo que podría controlar incluso en la parte del circuito con más viento cruzado, en la carretera que va de La Geria hasta Teguise. Lo hablé con varios amigos, con mi entrenador, lo pensé mil veces, y finalmente decidí llevar 60/90 y no arriesgar. El miércoles, por suerte para mí, hubo unas condiciones de viento similares al día de la carrera (jueves y viernes el viento bajó bastante). Nunca había experimentado esa sensación de no tener ningún tipo de control sobre la dirección de la cabra, de estar totalmente a merced de las rachas de viento, de ser una marioneta. Aunque yo pese poco, y eso siempre sea una desventaja en estas condiciones, creo que mucho es falta de costumbre/habilidad. El rodillo tiene su parte buena, pero también se pierde habilidad manejando la bici. Y eso teniendo en cuenta que a principios de año estuve unas semanas comiendo viento en Lanzarote. Sabía lo que me esperaba. O creía saberlo.


Por suerte, conseguí una rueda de 30 (gracias Clemen, gracias Sixto) y el nivel de estrés mental se redujo de 100/100 a 10-20/100. Si soy sincero, llegué a pensar en no correr si no podía conseguir una rueda. Tal fue la sensación de inseguridad y descontrol.

Ahora ya lo sé, a ojos cerrados, sin discusión. Para mí, para mis características, la mejor combinación es 30/lenticular. Sin duda.


El segundo de los errores que cometí tiene que ver con el casco. También estuve pensando si llevar un casco integral, o un casco normal aero. Le di muchas vueltas, y finalmente me decidí por llevar casco de contrarreloj. Es lo que lleva la mayoría, pensé, y tampoco hace tanto calor durante las primeras horas del sector de bici. Pero creo, que en cuanto al calor, yo no funciono como la mayoría. Me cuesta disipar calor, sorprendentemente. En teoría, cuanta mayor superficie corporal (de piel) y menor masa corporal total (músculo, grasa), mejor es la disipación de calor. Por esto, gente alta y delgada suele rendir bien en condiciones de mucho estrés térmico. Por esto también, a la gente musculada le suele costar más (gente que va muy bien en bici sufre corriendo las maratones con calor, aspecto que aprovechan los “corredores”, más delgados, para remontar. Hay más factores que influyen, como la aclimatación, pero en teoría yo no debería rendir mal en calor. En teoría. En la práctica me cuesta. De haber llevado el casco normal, podría haber intentado refrigerar en los avituallamientos de bici echándome agua en la cabeza. Con el casco integral esto es imposible.


El Ironman


Me entran ganas de hacer un race report al estilo Les Sables. Creo sinceramente que doy mi mejor versión diciendo y escribiendo chorradas, por muy serias que sean. Vaya el humor siempre por delante, incluso incomprendido. Pero no, esta vez lo voy a intentar hacer serio. Veamos si sale.


Me alucinan las salidas de Ironman. Es un momento único, mucho más si son conjuntas. Una pena que Lanzarote haya claudicado finalmente al rolling start, no sé si impuesto por la franquicia o por las circunstancias. Me atraía mucho más el aspecto mítico de la salida masiva, de ser el único Ironman en el mundo que la conservaba. Desconozco si volverá, aunque espero que lo haga.


@ironmanlanzarote


Estar ahí, entre esas bestias pardas, acojona. Y motiva. Es uno de los grandes alicientes de correr en PRO, y el mayor acojone si no eres un muy buen nadador. En esta ocasión, sabía que había unos cuantos en la salida que no nadaban mejor que yo en aguas abiertas, aunque tampoco yo nadase mejor que ellos. Gente con una muy buena bici, y aunque Lanzarote es un circuito en el que ir “a rueda” no aplica (es la carrera más justa en ese sentido), tener buenos ciclistas alrededor al salir del agua, que te sirvan de referencia, es clave para hacer un buen parcial. Me pongo en la salida junto a Carlos Aznar, después de unos minutos hablando con él, en la parte de la derecha, con el objetivo de evitar los golpes del paso por la boya, que está muy cerca. Una vez más, la norma se cumple. El puesto del paso por la primera boya está directamente relacionado con el puesto al llegar a la T1.


Esta vez la salida no me pilla pensando en flores, no tengo un lugar privilegiado pero pillo agua limpia y nado fuerte hasta la boya, o lo que yo pienso que es fuerte. Pero sin descontrolarme. No quiero pillarme un puro terrible al de 200 metros, pegar una petada descomunal al de 1000 y nadar 3000 más pensando en la sirenita y el cangrejo Sebastián.


Nada más pasar la boya veo que se está formando un grupo. Y yo soy último. En un momento miro hacia atrás y no veo a nadie. Soy último. De todos. Los pros. Axel, no me jodas, no pierdas estos pies que la lías muy gorda. Me vienen a la cabeza unas palabras muy sabias: “al final, son muchas horas remando. Hay que remar”. Rememos, pues.


La natación se me hace eterna. Vamos un grupo de unos 7, mi sensación es que estamos nadando bien, fuerte por momentos, pero estamos tardando muchísimo. No sé el motivo por el que hicimos una natación tan lenta, supongo que nos meteríamos en alguna corriente, porque creo que los metros salieron justos. Fue una natación lenta para muchos, aunque especialmente para nosotros y las chicas, que nos alcanzaron justo al llegar a la playa. 15 minutos perdidos con los primeros… mamma mia.


En la T1 pierdo, una vez más, a todos los integrantes del grupo en el que había salido. Por normativa, en teoría (y digo en teoría porque viendo fotos y vídeos sé que hay gente que no lo hizo y no fue sancionada), si nadabas con el mono bajado no te podías quitar el neopreno hasta llegar a la carpa, no se podía hacer la transición con el torso al descubierto. Dicho en el briefing un par de días antes. Yo debo ser el único que siguió la norma, llegó a la carpa de la transición con el neopreno todavía subido, y dejó escapar a todos. Pichón. Una vez, no más. Lección aprendida.


Hasta aquí, todo correcto. No me importa haber nadado en 1h05, porque nadé con gente de 57’ en años anteriores en Lanzarote. Me importa hacer el primo en la T1 y empezar la bici totalmente solo. Aunque tiene su parte positiva. Te sacan buenas fotos.


The bike, the first lady, the wind and the heat.


Había estudiado bien el recorrido, lo conocía más o menos al completo y sabía dónde el viento iba a soplar en contra, a favor o cruzado, aunque principalmente se cumpliese esa máxima ciclista de que en la bici todo da por culo menos el viento, que siempre da de cara. Dónde había que apretar un poco más y dónde te podías relajar. Me había hecho mi plan de vatios inservible. Tenía en la cabeza la bici que iba a hacer, que podía hacer. Sigo teniéndola y sigo creyendo que puedo hacerla. Es que soy un poco cabezota. Aunque esto no va de lo que yo considero que puedo hacer, o de lo que “debería haber hecho”, sino de lo que hice. Dejo el link de TP, por si alguien tiene curiosidad y quiere echarle un vistazo a la explosión atómica.


Resumiéndolo mucho, fui como creía que tenía que ir, como pensaba que podía ir, hasta que la carretera se inclinó y me puso en mi sitio. Ahí, subiendo a Teguise, cuando perdí la ayuda refrigerante del viento en contra, se empezó a torcer todo. En ese momento me vuelve a pasar Michelle Vesterby, a la que yo había pasado en Timanfaya. Me pongo detrás, pienso que no es mala rueda a seguir, que la tía tiene mucha experiencia y sabe regularse mucho mejor que yo. No era mala estrategia, acabó ganando la carrera.


Es una sensación muy desagradable la del overheating. Se te nubla la vista, te empieza a doler la cabeza, te empiezan a llegar pensamientos negativos. Incluso, llegando a la parte de los molinos de viento, me tuve que abrir la cremallera del mono porque me costaba respirar. Ahí el viento era bestial, tengo la imagen de Michelle dando bandazos de un lado a otro del carril, porque entre la pendiente y el viento huracanado en contra, íbamos prácticamente parados, literalmente a 10 por hora. Y ahí exploté. Me pasan 4 o 5 grupos de edad como si yo fuera un abuelito, gente grande, potente, con fuerza. Me desconecto, voy completamente reventado. Bajo a Haría de paseo, subo el segundo mirador, el Mirador del Río, a una intensidad ridícula. Me sigue pasando gente. Llego a la altura de otro triatleta de la salida PRO, que va más reventado que yo. Le miro y me río, se ríe. Nos descojonamos un poco de la situación surrealista y seguimos. Nos pasa la tercera o cuarta chica. Ni intento seguirla. Para qué. Al llegar al avituallamiento del mirador cojo todos los bidones que puedo y me los echo por encima (llevábamos muchísimo tiempo sin agua, fallo mío al no tener en cuenta que 30km de subida no se hacen en el mismo tiempo que si son en llano).



El momento de las risas. @ironmanlanzarote


Hago toda la vuelta prácticamente sin dar pedales (mucha bajada, viento a favor). Esta es la parte donde, si tienes fuerzas, puedes hacer mucha diferencia en Lanzarote. O donde te pueden meter mucho tiempo. Mi caso. Literalmente casi no puedo pasar de 200 vatios, lo intento en la carretera de vuelta hacia Teseguite, llevo el pulso bajísimo y es imposible subirlo. Lo que se conoce como una explosión de manual. Diversión asegurada.


La verdad es que fui 80km pensando en retirarme al llegar a la T2. Dos horas de penitencia e introspección, pensando en muchas cosas y en si realmente merece la pena. ¿Merece la pena? Desde luego. Hay que remar.


En el último bucle volviendo hacia Tinguatón veo que Carlos me saca unos 15’. Sinceramente en ese momento pensaba que iría por lo menos a 1 hora del último PRO. Me vuelvo a animar un poco, no mucho, e intento hacer la bajada a Puerto del Carmen decentemente, ya que no hay que dar pedales. Hay menos excusas. Además, está Paula esperándome en la T2. O eso creo, aunque cabe alguna duda razonable. Después de casi 7 horas de espera lo lógico es que se haya ido a la playa a tomar el sol. A ver qué hostias hace este tío, que tarda tanto.


Bike for show… ¿run for dough?


Creo que no he tenido tantas ganas de tirar a tomar por culo la bici en mi vida. Al bajar se la doy a un voluntario y le digo que se la puede quedar, que no la voy a usar más. Se descojona. Corro, por decir algo, 500 metros hasta la carpa. Me clavo una piedra en la planta del pie. Me cago en todo lo más sagrado cien veces. Me siento en la silla con un globo terrible en la cabeza, no sé ni dónde estoy. Veo a Heemeryck sentado un par de sitios a la izquierda. Completamente fulminado. Menudo cuadro. Absolutamente todos mis movimientos son a cámara lenta. Consigo ponerme cada cosa en su sitio y después de 5 largos minutos salgo a correr. Está Paula en la salida de la transición. Me increpa y me dice que qué hostias he estado haciendo, a ver si he estado por ahí con alguna. Y, literalmente, me grita: TIraaaaa! Yo niego con la cabeza, pero como soy un chico muy obediente tiro. A ver cómo le voy a llevar la contraria en este estado. Si quiere, me destruye.


Voy directo al avituallamiento que hay nada más salir de la transición, me paro. Cojo todos los vasos de agua que hay encima de la mesa y me los echo por encima. Según me los voy echando, los voluntarios los van reponiendo. Me descojono por dentro pensando que podría estar así un buen rato, compitiendo con los voluntarios por ver si son capaces de reponer los vasos a la velocidad que yo me los echo por encima. Como digo, en ese momento la cabeza no me funciona del todo bien, incluso peor que normalmente. Recuerdo que Paula me ha dicho que tire, y recuerdo que me podría destruir. Echo a correr.


Run for dough. Pues lo cierto es que no voy mal. He conseguido bajar la temperatura con el regadío del avituallamiento, y el aire pega de cara, lo que ayuda a bajarla un poco más. Pienso en la estrategia, es de manual. Andar todos los avituallamientos y echarme agua por encima y beber. Es lo que hago. Veo a Costes andando. Pienso que la segunda media maratón va a ser como el rosario de la Aurora. Y no voy mal, así que me vengo un poco arriba. En la cabeza correr sub3h. Sus vais a enterar.


Y lo cierto es que no iba mal, pero creo que el daño estaba ya parcialmente (o totalmente) hecho. Paso la media en 1h30 y pienso: vale, ahora llega el momento de la verdad. Y el momento de la verdad llega 5 km después. El pulso va en su sitio, el ritmo es el que debe ser. Pero las piernas dejan de funcionar. Apagón. Kaputt. 35 grados marca el reloj. Esta no es una temperatura para estar aquí corriendo, es más para estar en una terraza con una cerveza fresquita. Sin alcohol, eso sí, que luego hago tonterías si no.


Run for dough mis cojones. Vuelvo a pasar por donde Paula, ya no me increpa tanto. Debo dar una pena tremenda. Me quedan 15 km de trotar/andar. No soy partidario de las arrastradas en Ironman, me parece una chorrada eso de acabar a toda costa, arriesgando en ocasiones la salud, llegando a 2 horas del primero. Prefiero irme a casa pronto, descansar y poder correr de nuevo en unas semanas. La diferencia en la recuperación es muy grande, gastar balas a lo tonto no tiene sentido. Pero, por múltiples motivos, hoy no hay opción al DNF, he venido a acabar lo que he empezado. Aunque no entrene para andar los últimos 15km de un Ironman. He venido a pelear contra mi mente si se da el caso, llevo haciéndolo desde el km 100 de bici. Buen aprendizaje mental. Rentará más adelante, cuando las condiciones sean más propicias. Que lo serán.


10h38, mi ironman más lento, casi dos horas más lento que mi Ironman más rápido. Una abrasada épica. Una camiseta de finisher talla M de chica, una medalla y una hamburguesa en el postmeta que me supo a caviar (ni es que sepa cómo sabe el caviar). Hace una semana pensé que no volvía a Lanzarote ni loco. Ahora sé que volveré. No sé cuando, pero volveré a intentarlo, aunque me vuelva a estrellar. Aunque vuelva a perder.


No me voy a rendir, hasta que salga. Sé que saldrá. Como dije hace tiempo. Siempre merece la pena perseverar.



Increíble la vista. @ironmanlanzarote




 
 
 

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