El viento, un náufrago, y la variante omicron. IRONMAN African Champs race report.
- axelbeci
- 2 dic 2021
- 7 Min. de lectura
Está sonando el despertador, son las tres de la mañana. Debería acercarme a apagarlo, pero me quedo un momento más escuchándolo, en silencio. Sé que son las tres, pero llevo un rato ya despierto. Llevo toda la semana metiéndome a la cama a las ocho de la tarde, acostumbrando al cuerpo a dormir temprano y levantarse antes. Voy a correr un Ironman.
Me gustaría haber hecho una entrada en el blog sobre lo que pasó en Sacramento, pero creo que no aportaría nada nuevo a lo que ya se ha dicho y ya se ha escrito. Simplemente, a todos los que estábamos inscritos en categoría PRO, nos dieron la opción de, o bien correr en Florida dos semanas después, o hacerlo en el fin de semana de Cozumel/Sudáfrica, justo pasado un mes. Yo quería cerrar temporada, sentía que estaba muy en forma y mentalmente no me veía para estirar la temporada cuatro semanas más. Por eso, mi primera opción fue quedarme en Florida, ya que compartiendo el viaje con Vicenç, y con las condiciones que nos ofrecía Ironman para estar allí, era lo lógico. Pero, justo el fin de semana del Ironman, el mismo día seis, tenía que estar en Madrid sí o sí, con lo que, dos días después de que el “Bomb Cyclone” arrasase a su gusto los viñedos californianos de las afueras de Sacramento, dejé a Vicenç en el aeropuerto rumbo a Panama City Beach, y yo cogí el avión de vuelta a casa, todavía sin saber muy bien qué hacer. Sólo había una opción que no contemplaba; acabar la temporada sin correr un Ironman como creía que podía hacerlo.
Los vuelos transoceánicos te dejan el cuerpo doblado. Todavía recuerdo con angustia la semana de jet lag que pasé al volver de Kona 2018. Casi diez días despertándome a las 3-4 de la mañana. Obviamente, cruzarse el mundo dos veces en 3 semanas no es lo ideal para rendir en un Ironman, pero no había más opciones, y cuando tienes pocas opciones las decisiones son muy sencillas: A o B. Me decanté finalmente por Sudáfrica. Menos calor, en teoría. Y algo menos de viento también. En teoría.
No sé qué le habré hecho yo al dios del viento, en qué le habré ofendido, porque el cabrón no ha dejado de joderme en todo el año. No recuerdo la última competición sin viento. Y cuando digo viento, es viento de verdad. No la típica brisilla que te despeina y tal. No. Viento. 40-50 kmh de viento de ese que te lleva de un lado a otro de la carretera y como no agarres bien fuerte el acople del manillar te puede mandar a pastar con los ñus. ¿He dicho que me encanta el viento? No. Odio el viento. Con todas mis fuerzas. Menos cuando pega de culo en bici. Aunque eso, no sé muy bien por qué, no ocurre nunca. Supongo que mis 66 kg tienen algo que ver con que no sea muy amigo del viento. Si pesara 80 kg y moviese vatios como un mihura, quizás me gustaría más. Tendré que pensar seriamente en empezar a comer muchas palmeras de Galdaretxe para coger unos kilitos. Mucho mejores que esas de panazo que venden por ahí. Qué ricas están, joder.
A ver, por donde iba, que me desvío del tema. Eso. Me vine a Sudáfrica, que para uno de Bilbao es casi como estar a las afueras del pueblo. Pero joder, no sé por qué tardan tanto los aviones para llegar hasta aquí. Seguro que en carro de bueyes se tarda menos. 30 horas de viaje, su madre. Vete a Madrid en coche. Escala en Londres. Escala en Ciudad del Cabo. Escala, escala. Y entre escala y escala, agur maletas. Nunca me había pasado. La cara de tonto que tuve que poner cuando se paró la cinta del aeropuerto de Port Elizabeth, todo el mundo cogió sus cosas, y yo seguí esperando a ver si por arte de magia aparecían. Pero no. Lost in Connection. Vaya dos días que pasé hasta que aparecieron, de puto estrés. Menos mal que, siguiendo sabios consejos, siempre llevo un cambio de ropa para correr, al menos, en la mochila de cabina. Y unas gafas, bañador y gorro. Con eso pude salvar los dos primeros días de puesta a punto, hasta que llegó la bici. Lo que me acojonó en su momento fue que nadie me podía decir dónde estaban las maletas. No lo sabían. O me decían que no lo sabían. Vamos a ver. ¿Cómo que no lo saben? ¿Me estás diciendo, que un servicio que está totalmente informatizado e interconectado a escala mundial, no es capaz de rastrear una maleta azul gigante de bici? ¿En la que pone mi nombre? Pues parece ser que no. En fin, tecnología. Si Ned Ludd levantara cabeza.
Lo bueno de que se me perdieran las maletas (o las perdieran), fue que durante los primeros días en PE no pensé absolutamente nada en lo que tenía por delante el domingo. No sé si es bueno, o malo, pero creo que para una persona como yo, tendente al sobre análisis, no viene del todo mal. Tienes la mente en otras cosas, no dándole vueltas constantemente a todo lo que vas a hacer durante los próximos cuatro o cinco días. Que, además, como finalmente hice el viaje solo, son muchas horas en la habitación del hotel, pensando en vatios, ritmos, vientos, BBS, CdAs y demás parafernalia triatlética. Como para volverse uno loco. Mi resplandor particular.

La típica salida en la que te dedicas a intentar coger pies (...) Normandía style.
Volviendo al tema del viento. Manda huevos, exactamente igual que en Sacramento, que estuviera toda la semana haciendo un tiempo buenísimo, y justo el día de la carrera se levante el ciclón y en vez de una playa cojonuda para nadar 3800m, tengamos el puto desembarco de Normadía versión triatlón. No voy de lobo de mar, ni nada parecido. Pero joder, he estado en el mar con olas muchas veces. Lo del otro día tengo que decir que me acojonó preocupó un poco en algún momento. No se veía absolutamente nada. Literalmente, no sabías dónde estabas. Había que esperar a estar en la cresta de la ola para echar un ojo a la boya, y puede que no la vieras porque justo la tapaba otra ola. Hay por ahí unas imágenes de la primera o segunda chica intentando salir del agua, y no puede. La corriente no le permite avanzar. Un cuadro. Con todo, perder 5 o 6 minutos con los primeros, no me pareció ni tanto tiempo. Creo que de Kienle y Rasmus salí a 4 minutos. La “natación” de mi vida :D

los restos del naufragio
Cómo cambia el panorama cuando te subes a la bici, empiezas a dar pedales y sientes que las piernas funcionan. Llevaba mucho tiempo sin tener esa sensación. Diría que desde Copenhague 2019, en agosto. Dos años y tres meses después. Lo cierto es que el circuito de SAf me favorece más bien poco. Asfalto (por llamarlo de alguna forma) muy roto y viento no es la mejor combinación para 66 kg de peso pluma. Pero tuve momentos muy buenos en la bici del Ironman. Igual fue por el exceso de geles y cafeína. Pasados los 100g/h de HC y 100mg/h de cafeína todo se ve de otra manera. La vida mola más en general con un buen subidón de azúcares simples en proporción 2:1 maltodextrina y fructosa. Cafeinados, por supuesto.
Y, una vez más, qué clave es coger un buen grupo de bici que te permita ahorrar 20 o 30w a distancia reglamentaria, y qué diferente es comerte la bici solito. Los 30 km que compartí con deBruin, la diferencia fue abismal. Estoy seguro de que hay gente por delante que hizo mejor bici que yo, pero no a base de más vatios que yo. Ojo, que no quiero decir que la gente haga trampas. El juego es el que es. ¿Quieres estar ahí? Aprende a nadar. Punto. O pégate una bici de 4w/kg.

blowing in the wind
Siguiendo con el hilo espacio-temporal de lo que es un triatlón, después de hacer 180km de bici toca correr… y aquí suele ser donde se parte el bacalao. Bike for show, run for dough. Y joder, me bajé de dar pedales a una distancia muy respetable del dough. A menos de 8 minutos del puesto undécimo, a un paso de los diez primeros. Y ya sabemos que en un Ironman siempre hay alguien que explota entre los diez primeros. Lo malo es cuando eres tú el que explota, o ya vienes explotado, y ni siquiera vas entre los diez primeros. Lo bueno es que te sueles quedar en el mismo puesto si no vas entre los primeros. En este caso el 16, de los 24 que nos tiramos al agua de Kings Beach. Quiero decir, que nos metimos en la lavadora, vaya.
Por cierto, vaya circuito a pie guapo el de Sudáfrica, con las dos subidas cada vuelta una a cada extremo. Y el viento en contra durante la mitad de la vuelta. Nunca había corrido con viento en contra como si estuvieras corriendo cuesta arriba. Literal. Bueno, en general, la prueba en sí es brutalmente guapa. Y dura. De pelotas. Me encantó.

Tiempo final, 8h37, mi mejor tiempo en Ironman :) Con la natación acortada a la mitad. O menos. Lo que hubieran sido unas 9 horas de haberse hecho la carrera completa con esas condiciones (eso si hubiera conseguido salir del agua, claro). Supongo que, de haberse hecho la natación completa, nos hubieran dejado usar manguitos y flotador. O una radio baliza para náufragos. Por lo que hubiera podido pasar. :D A ver, ahora en serio, que se me ofenden los puristas. Estaba muy jodido el tema, de verdad. Comentándolo al final de la carrera con otros dos chicos que corrieron en pro (uno de ellos muy buen nadador), los tres coincidimos en que había sido lo correcto.
Con esto, se cierra la temporada 2021. DNF en Playa de Aro (me dolió), explosión atómica y arrastrada en Lanzarote cinco semanas después, Bomb Cyclone en IM Sacramento y al fin una carrera medio decente en Sudáfrica, que, aunque lejos de lo que creo que es el nivel que puedo dar, deja la puerta entreabierta y se empieza a acercar al rendimiento esperado. Las piezas del puzzle empiezan a encajar. Cuatro bloques específicos de Ironman, de los de verdad, en los que he aprendido mucho sobre la gestión del proceso de entrenamiento. De ver que no llegaba a principios de año, a tomármelo con mucha más calma y simplemente “get the shit done” a finales de año.
La zanahoria y el palo, siempre en Ironman. Mucho más palo que zanahoria, claro.
Como conclusión, sé lo que tengo que hacer para llegar a donde creo que puedo llegar en categoría PRO, que al fin y al cabo es de lo que va todo esto. Toca meter las horas y hacerlo (seguir haciéndolo vaya). La realidad es que es la única manera posible, para desasosiego de los vendehumos del triatlón. Es lo bueno que tiene este deporte, que siempre acaba poniendo a cada uno en el sitio que se merece. Ni más, ni menos. Así que… let’s frigging do it.

hay que quitar casi media horita a esa carrrera a pie :)
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